Una vez me tocó entrevistar a Tomás Abraham. Fue maravilloso conversar con este filósofo argentino que cada vez que habla despierta un interés inusitado.
Me dijo: "Lo que sucede con el periodismo en nuestro país no es parte de la eterna discusión sobre neutralidad, subjetividad o imparcialidad. Se trata de fascismo".
Con insolencia tautológica le pregunté si eso ponía en riesgo a nuestro rudimentario sistema republicano y me respondió que "las democracias existen para proteger a la ciudadanía de la arbitrariedad de los poderosos. Los que mandan son los que tienen armas y dinero. Con estos recursos pretenden hacerse dueños de las palabras".
La charla que mantuve con Tomás Abraham me llevó directo al documental del cineasta Martin Scorsese: Public speaking. En esa obra maestra, el director de cine entrevista a la escritora norteamericana, Fran Leibovitz, quien explica que "el mundo de la información está apagado". La intelectual sostiene que "a nadie le interesan las noticias, todos buscan opiniones. No hay más noticias".
Visceral y taxativa, Leibovitz asegura que "la opinología se ha convertido en la máxima aspiración comunicacional", al tiempo que sostiene: "Se ha perdido el arte de construir la noticia".
Tomás Abraham escribió una vez: "Cuando una sociedad se maneja con mensajes propagandísticos, al estilo fascista, se vuelve imbécil, escupe afiches, no piensa más, elige muñecos y los quema, se regodea en su fanatismo".
Estas cosas sucedieron durante años en Argentina, con casi todos los gobiernos.
Unos por ladrones y tramposos, los otros por inoperantes, farsantes y codiciosos, finalmente todos estos años terminaron provocando un sufrimiento brutal que cayó sin piedad sobre la fatigada espalda del pueblo argentino.
Los ciudadanos y ciudadanas ven a la democracia degradada, atravesando un periodo de ocaso luctuoso.
Habrá que ver cómo desactivamos el discurso minado de odio sobre el que caminamos a diario. Por ahora, la violencia verbal y salvaje, que es la cepa de todas las violencias, está proliferando con crueldad furibunda frente a los ojos de una sociedad todo terreno.
Así nos va.