Tras una etapa oscura que tiñó de muerte y locura al país, las elecciones democráticas volvían a celebrarse luego de aquellos tristes años de dictadura cívico militar.
La etapa oscura de militares secuestrando personas y montoneros matando ciudadanos se terminaba para siempre en Argentina. Raúl Alfonsín, el candidato de la UCR, como pocos en la historia, había logrado interpretar el deseo de las mayorías y logró encausar esas expectativas rumbo a las urnas.
Del otro lado, Ítalo Argentino Lúder, el candidato del peronismo, había quedado derrotado luego de un pasado turbio y truculento que había sabido ocultar muy bien durante la campaña.
En 1983, el padrón electoral era de 18.000.000 de habitantes habilitados para votar. El Partido Justicialista tenía 2.795.000 afiliados, en tanto, la UCR contaba con 1.400.000 afiliados.
Por aquel entonces se registraron actos multitudinarios. El cierre de campaña de ambos partidos reunió a más de 1.000.000 de personas alrededor del Obelisco y avenida 9 de Julio.
En las provincias no fue menor la euforia democrática: en rosario se hicieron actos de 400.00 personas. En Córdoba se llegaron a juntar unos 300.000 ciudadanos. En La Plata llegaron a ser 200.000, en Mendoza 120.000, en Tucumán se registraron actos de 70.000 y en Mar del Plata se juntaron unas 60.000 almas.
Es indudable que Alfonsín había ganado con votos de los independientes, pero también con sufragios de peronistas que no estaban convencidos de su propio candidato.
No en vano, el candidato radical había disparado hasta el hartazgo durante la campaña aquella famosa frase que, luego lo entendimos, le sirvió para colectar votos de todas las estratificaciones ideológicas y políticas: "He convocado en toda la republica a todos los compatriotas sin distinción de partidos, y les he dicho que los radicales ya estamos en marcha. Y al frente de nuestra columna van nuestros grandes muertos: Yrigoyen Alem, Pueyrredón, Sabattini y Lebensohn; Larralde, Balbín, Illia".
Pero el discurso no se detenía ahí, era un verdadero compendio de la historia argentina, porque seguía así: "Los que estén a nuestra derecha pueden inspirarse si lo desean en Sáenz Peña o en Pellegrini. Los demócratas progresistas en Lisandro de la Torre, Luciano Molina. Los socialistas en Juan B. Justo o Alfredo Palacios. Los peronistas en Perón o en Evita, pero todos juntos los argentinos".
El PJ y su complicidad con la violencia de Estado
El 18 de agosto de 1983 había comenzado oficialmente la campaña. Pasó un mes para que la Junta Militar decretara la Ley de Pacificación Nacional. La ley era un intento camuflado de amnistía para todos los militares por los crímenes cometidos entre el 25 de mayo de 1973, día en que asumió la presidencia el peronista Héctor Cámpora, hasta el 17 de junio de 1983.
Los argentinos se encontraron ante dos paradigmas en plena elección: el candidato justicialista, Ítalo Lúder, quien se manifestó cómplice y aseguró que respetaría la ley de amnistía y perdón a los militares. Y del otro lado estaba Raúl Alfonsín, quien anunció que la vetaría y juzgaría a los responsables.
Además, denunció un pacto entre el sindicalismo y las fuerzas armadas. Dos miradas, dos historias, dos propuestas para un electorado que volvía a las urnas luego de una década nefasta.
El candidato peronista, Lúder, venía de firmar los decretos 2770/75, el 2771/75 y 2772/75, extendiendo a todo el país y bajo el mando directo de las Fuerzas Armadas la política represiva de "neutralizar y aniquilar el accionar de los elementos subversivos".
El aniquilamiento a civiles comenzó en pleno Gobierno peronista, cuando Lúder había sido presidente interino en el año 1975, tras el pedido de licencia de la inepta María Estela Martínez de Perón, que presidió el país entre el 1 de julio de 1974 hasta el 24 de marzo de 1976, día del golpe militar a las instituciones.
Por su parte, Alfonsín había sido siempre el hombre de la democracia. Fue miembro de la asamblea permanente por los derechos humanos, firmando cientos de pedidos de habeas corpus ante la Junta Militar requiriendo información sobre detenidos desaparecidos y poniendo a disposición su estudio jurídico en forma gratuita para los familiares de las víctimas.
Resultados
Aquel 30 de octubre de 1983 el resultado fue inequívoco: la Lista 3 de la UCR ganó las elecciones obteniendo 7.724.559 votos, es decir, un 51.7%, contra 5.995.402 sufragios del peronismo que logró el 40.16%.
Epílogo
La democracia ha sido en Argentina algo zigzagueante, pendular, motivo de orgullo y también de frustración.
Lejos quedaron aquellas palabras que se convirtieron en un mantra de libertad para una república que pretendió ser justa e igualitaria: "Con la democracia se come, se cura y se educa", dijo Alfonsín alguna vez.
Todavía eso no ha sucedido, pero se puede pensar que sí, que algún día sí. Por ahora, y al ritmo que vamos, es un "no", pero hagamos algo para que un día sea "sí".
Ese día, ganamos todos.






